1

Fin de semana de reencuentro. (Para aquellos que no pudieron ir)

Antes de comenzar a contar, me gustaría agradecer a aquellas personas que hicieron posible no sólo que pasáramos todos los veranos 15 inolvidables e irrepetibles días, sino que, además, muchas personas nos uniéramos para siempre con un lazo invisible pero irrompible en el tiempo. Estas personas, por supuesto, fueron nuestros padres. Sin ellos, que en su momento tomaron esa difícil decisión, nada de lo que contaré hubiera ocurrido. A todos ellos GRACIAS.
En mi caso concreto, esta aventura de los campamentos comenzó hace 31 años, cuando yo tenía 7  (creo que fue Boñar, aunque no estoy seguro) y se repitió año a año hasta cumplir los 17, déjame calcular....., ya está, hace 21 años de mi último campamento, fue el descenso del Esla.
Hace unos días, 21 años después, he tenido el placer de volver a ver a alguno de aquellos imberbes con la cara granulada por el acné que yo tenía en mi mente. Todos habíamos cambiado físicamente, unos con menos pelo, otros con más canas, alguna incipiente arruguita en alguno, otros sin embargo bebieron de la poción mágica que paraliza los efectos del paso del tiempo, pero lo más importante, todos manteníamos intacto el espíritu que nos unió y el mismo corazón. En fin. La sensación, creo que general, ha sido la sorpresa. Sorpresa porque aquellos sentimientos de amistad, compañerismo, etc. que hace tantos años habían nacido entre nosotros, seguían totalmente intactos. Sorpresa también porque la incertidumbre del "qué pasará?", "qué diremos?", "nos conoceremos?", desapareció con el primer abrazo y los primeros besos, convirtiéndonos (al menos durante tres días) en quinceañeros encerrados en cuerpos de adulto, diciendo las mismas tonterías, cometiendo las mismas imprudencias y contándonos las mismas confidencias, igual que hubiéramos hecho hace más de 20 años.
El sitio de encuentro perfecto, un hotelito frente al Monasterio de Silos, acogedor y bonito, ubicado en un marco inmejorable. La habitación impoluta, espaciosa, con sofá, escritorio, una cama grande y los detalles justos. Algunos, incluso, tuvimos la suerte de tener una bañera de hidromasaje en el baño para relajarnos del viaje. Los primeros en llegar al hotel fuimos Javi y yo, acompañados de mi mujer Mayte o Amparito como la llamaron algunos (que sin ser campsera, lo parecía). Dispusimos de unas horas para poder disfrutar de los placeres del atento servicio de nuestro mesero Juan Carlos y de su no menos ponderable madre la señora Nati, que con sus efluvios naturales y su belleza sin par, nos encandilaron a todos, por no hablar de sus dotes comerciales. Pocas horas más tarde aparecieron Eva, Inés, Bárbara, Nuria, Celia y Víctor. Besos, abrazos y más besos. Las caras lo decían todo; felicidad, alegría, nostalgia por el tiempo pasado, recuerdos, etc. 
Sin tiempo para deshacer las maletas (la cocinera terminaba la jornada y se quería marchar), pasamos al comedor, donde entre anécdotas, bromas, risas y alegría, cenamos lo que quisimos, bueno mejor dicho, lo que quiso Juan Carlos (que no estuvo mal). Luego copas, anécdotas, más copas, historias, dije copas?, canciones, bailes y por qué no?, qué me pongan otra copa!!. Así hasta las 7 de la mañana, que nos volvimos al hotel y nos metimos en la habitación de... era la de Víctor?, donde guerreamos otro rato más., alguno rompió un radiador, con la consiguiente gotera en el piso de abajo... En fin, cosas de niños. Luego... cada mochuelo a su olivo.
Al día siguiente, cuando nos despertamos, se había unido otro amigo al grupo (a este no le habíamos invitado), y no nos abandonó hasta el Domingo por la tarde... la resaca.
Tras el desayuno, nos desplazamos hasta la localidad de Lerma, donde nos esperaba el resto del grupo. en una terracita tomándose un aperitivo. Ahí estaban Eduardo, Carlos GV, Carlos C. y su esposa Almudena, Miren y Honorio, Liz, Fran y Marta. De nuevo abrazos, besos, alegrías... 
Si Sto. Domingo de Silos era precioso, el lugar que nos había preparado Carlos GV para la comida fue impresionante; el Parador de Lerma. Ahí nos aguardaba un salón que para sí lo quisieran los mejores restaurantes de bodas. Las palabras se quedan cortas para describirlo. Os invito a ver las fotos para que podáis juzgarlo por vosotros mismos. La comida a placer donde, entre plato y plato, seguían apareciendo anécdotas de nuestros años de acampados. Tras la comida, durante la sobremesa, se proyectó una presentación con fotos de recuerdos de nuestra infancia y de algunos campamentos que creo que fue del agrado de todos.
De ahí volvimos al hotel, a descansar un ratito algunos y a continuar con la fiesta otros. Por la noche, de nuevo cena en el comedor del hotel. Tras la cena, los más atrevidos (o tal vez los más perjudicados) comenzaron a contar anécdotas en público. Aún me estoy riendo con la que contó Carlos C. (que no puedo transcribir) sobre unos trozos de pan y determinada parte del cuerpo masculino. Un 10 Carlos.
Esa noche pudimos disfrutar de la orquesta Troglo (era así?) que, además de sus dos bellas gogos, en esta ocasión venían con otras dos no tan bellas pero sí más divertidas, que se parecían bastante a nuestro Víctor y a nuestro Carlos GV. (los intenté buscar entre el público para que lo vieran pero no los encontré, por qué sería?). 
Unos se fueron a uno de los cientos, bueno al único puesto de feriantes que había, donde ganaron, tras sudar bastante la camiseta (o era la lluvia?), unas cuantas litronas, de aquellas que bebíamos hace años. De ahí al bar de la noche anterior, donde al igual que la previa, lo pasamos en grande. Terminamos la noche los mismos que la anterior (los más irresponsables) y de ahí al hotel de nuevo.
El Domingo por la mañana, unos se marcharon tempranito, otros un poquito más tarde y, el grupo de los irresponsables, aguantó hasta las 6 de la tarde y entonces llegaron las despedidas, pero al contrario que antaño, no fueron tan duras, ya que todos éramos conscientes de que esta experiencia se repetirá pronto.
En fin, ha sido un fin de semana completo de emociones. Me quedo con la ilusión por el reencuentro, la alegría al ver las caras de mis compañeros y la esperanza de que se repita muy pronto.

Un sincero abrazo para todos y para todas.
Siguiente Anterior Inicio

Contadores y Visitantes

contador de visitas