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Tiempo que pasa no vuelve.

Aquella era una tarde como cualquier tarde, de cualquier día, de cualquier semana. A las 20:35, con una puntualidad inglesa, abría Juan la puerta de su casa mientras se aflojaba la corbata, dejando el maletín en el suelo del hall, donde le esperaba María, su esposa y compañera casi desde que ambos tenían memoria. Tenían un hijo, Rodri, de 5 añitos de edad, que sentía total adoración por su padre y le esperaba siempre que podía despierto para abrazar y besar a su papá.
Aquel día, Rodri estaba todavía despierto cuando Juan entró en su habitación para darle el beso de buenas noches.
- Buenas noches Rodri.
- Buenas noches papá.
- Que descanses bien, hijo.
- Gracias, papá, pero.... papá.....¿puedo hacerte una pregunta?
- Claro hijo -le respondió Juan. - Pregúntame lo que quieras.
- Papá, ¿cuánto cobras por cada hora de trabajo?.
- ¿Cómo?, ¿Qué pregunta es esa? - le respondió Juan ofendido. - ¡Esas no son preguntas de un hijo a su padre!-le dijo furioso.
- ¡Ni tu madre lo sabe!, ¡Ponte a dormir ya!.
- Papá.... pero... ¿No me puedes decir lo que cobras por una hora de tu trabajo? - Dijo Rodri con voz acobardada.
-¡Ya está bien!. Mira, cobro 40 €uros. ¿Estás contento?. Y ahora, ¡a descansar!.
- Papi y... ¿Tu podrías dejarme 20 €uros?, te los devolveré con el dinero que me dan los abuelitos todas las semanas.
- ¡Serás sinvergüenza!. ¿Para eso querías saberlo?. Ponte a dormir, que mañana ya hablaremos.

Agarró con una mano la sábana y con un movimiento brusco tapó al desconsolado niño, mientras que con la otra mano apagaba la luz de la habitación.
Tras unos minutos, cuando Juan se estaba cambiando de ropa, se sentó en el lateral de la cama pensando el por qué su hijo le había pedido dinero. Nunca lo había hecho antes. Quizás necesitara alguna cosa para el cole, o se le hubiera antojado algún juguete, o puede que quisiera hacerle algún regalito a su mamá, ya que pronto sería su cumpleaños.
Arrepentido por sus palabras y por el tono de voz que utilizó, se dirigió a la habitación del niño, que aún estaba despierto y le dijo:
- Rodrí, ¿aún quieres el dinero?.
- Si papi.
-Pues toma, aquí tienes los 20 €uros que me pediste.
Mientras el niño agarraba los dos billetes de 10 €uros que le daba el padre, su rostro cambiaba de expresión. Se incorporó de la cama y metió su pequeña manita en el cajón de la cómoda, de la que sacó otros 2 billetes de 10 €uros. Los juntó con los que le había dado su padre y con cara de alegría le dijo:
- Toma papá 40 €uros, te compro una hora de tu tiempo para que la puedas pasar conmigo.

Los ojos de Juan se cubrieron de lagrimas al tiempo que abrazaba con todas sus fuerzas a su hijo.


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