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Las prioridades de la vida


Ultimamente me vienen a la cabeza, y no sé por qué, historias, anécdotas, narraciones, que alguna vez en la vida llegaron a mis oidos y por alguna razón perduraron hasta hoy en mi cabeza, quizás porque en su momento me hicieron reflexionar. Puede ser. Hoy me he acordado de una historia que hace muchos años contó durante las clases un profesor de ciencias que era muy conocido por el físico un tanto peculiar que tenía. Más o menos la historia venía a decir lo siguiente:

En una empresa de alto nivel, donde había multitud de ejecutivos, directivos y trabajadores con una dedicación casi exclusica a su trabajo, se organizaron unas conferencias donde uno de los invitados era un anciano profesor de universidad que, en principio, parecía estar un poco fuera de lugar, viendo al resto de conferenciantes.
Cuando le tocó el turno de intervención al profesor, éste fue presentado como un experto en planificación. El hombre se levantó y se desplazó hasta el estrado con una gran caja en sus manos que colocó al lado de sus pies. Abrió la caja y sacó de ella un gran vaso de cristal vació que puso a la vista de todos.
Los asistentes, acostumbrados a otro tipo de presentaciones, no salían de su asombro.
A continuación sacó de la caja un puñado de piedras redondeadas, parecidas a las piedras de río, y fue colocándolas una a una dentro del vaso de cristal. Cuando aparentemente en el vaso no entraba nada más, con voz profunda preguntó a los asistentes: "Les parece que el vaso está completamente lleno?" y todos unanimemente respondieron que sí. El hombre se agachó y saco de la caja una bolsita llena de piedras un poquito más pequeñas, del tamaño de la grava, y poco a poco fue rellenando los huecos que quedaban entre las piedras grandes, hasta que ya no entraba ninguna más. Y repitió de nuevo la pregunta. Los asistentes, con temor a equivocarse respondieron "Puede que no". "Muy bien!!", contestó el profesor mientras se agachaba hasta la caja de donde sacó de nuevo otra bolsita. En esta ocasión la bolsita contenía arena fina, que fue vertiendo poco a poco en el vaso, moviéndolo a la vez para que todos los huecos quedaran rellenados con la arena fina. Cuando parecía que ya no podía entrar nada más en el vaso, repitió la pregunta "Y ahora, qué creeis, estará lleno el vaso?". Todos los asistentes respondieron que "NO". "Efectivamente", dijo el profesor, y saco de la caja una botella de agua que comenzó a verter en el vaso hasta que el agua parecía salirse por el borde.
Cuando hubo terminado y dirigiéndose a los ejecutivos, les preguntó "Qué creeis que estoy demostrando con lo que acabo de hacer?". Puesto que el profesor había sido presentado como un experto en planificación, el listillo de turno, ese que siempre hay uno en todos los trabajos, levantó la mano y dirigiéndose al profesor afirmó con rotundidad "Creo que lo que nos quiere demostrar con este ejemplo es que, aunque la agenda la tengamos completamente llena de citas y gestiones importantes, siempre podremos buscar un hueco para cosas menos importantes".
NO! Le respondió el profesor tajantemente "lo que os quiero hacer entender es que si en el vaso no introduces primero las piedras grandes, jamás podrás introducir después las pequeñas". Todos los asistentes quedaron en silencio, sorprendidos por lo que el profesor les estaba enseñando. "Y cuáles son las piedras grandes?", preguntó. "Cada uno debe tener claro cuales son las prioridades más importantes en su vida, la familia, los amigos, la salud... y deberá darles total prioridad dentro de la agenda de su vida. Si esta la llenamos con miles y miles de piedritas pequeñas, convertiremos nuestra vida en algo artificial, nimio, insulso, y no nos quedará tiempo para lo que realmente es importante para nosotros. Así que deberemos preguntarnos diariamente cuales son las piedras grandes de nuestra vida y anteponerlas a todo."
Dicho esto el hombre dirigió una mirada de afecto a los ejecutivos que miraban pensativos y abandonó la sala.


Espero os haya gustado, a mí, en su momento, me dio mucho que pensar.
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Las cosas no son siempre como parecen


Es de todos conocido que en las zonas rurales era obligada la existencia de un personaje "el tonto del pueblo", que normalmente era una persona inculta, con alguna tara o enfermedad y que en muchas ocasiones era la diana de las burlas, risas, bromas y travesuras de niños y mayores.

En esta ocasión os quiero hablar de uno de ellos, pero con nombre y apellidos. Se llamaba Pedro Roque y le llamaban El Chepo, por una protuberancia que le había surgido en la parte alta de la espalda desde muy pequeño, como consecuencia de unos problemas en el parto. Vivió hace muchos años en un pueblo llamado Cachorrilla situado en la provincia de Cáceres.

Pues bien, cuentan aquellos que me lo contaron a mí, que los habitantes de este pueblo tenían por costumbre, cuando se juntaban en la cantina del pueblo, hacer llamar a Pedro para burlarse de él. Para ello, cuando Pedro aparecía, le ofrecían dos monedas: una de tamaño pequeño, pero de gran valor y otra más grande que la anterior pero con un valor muy pequeño. El tonto, perdón, quise decir Pedro, siempre escogía la más grande, motivo que hacía que sus convecinos se rieran a carcajadas. Cuando esto ocurría, Pedro guardaba su moneda en el bolsillo, se daba la vuelta y se marchaba cabizbajo. Esto se repetía todos los días y todos los días acababan riéndose de igual forma.

Un buen día llegó al pueblo un forastero, entró en la cantina y observó como los vecinos del pueblo se reían de Pedro una vez más, al escoger la moneda de menos valor. Cuando éste salió a la plaza, el forastero le siguió y le cortó el paso diciéndole "no te das cuenta que la moneda pequeña es de mayor valor que la que tu escojes?, no ves que la gente se ríe de ti por escoger la grande y de menos valor?". A lo que Pedro le respondió rotundamente "Lo sé, o acaso te crees que soy tan tonto?, y no se da usted cuenta de que el día que yo escoja la moneda pequeña se me acabará el juego y dejarán de ofrecerme las monedas?". El forastero se dio la vuelta y se marchó boquiabierto.

Moraleja 1: Quien parece tonto, no siempre lo es.
Moraleja 2: Quienes eran los tontos de esta historia?
Conclusión: Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Lo que realmente importa no es lo que piensan ellos, sino lo que realmente somos.
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Vivir para cantarlo y compartirlo


El pasado Viernes 19 de Febrero, en buena compañía y en un lugar del que tenía mejores recuerdos, tuvimos el placer de ver y oir a D. Víctor Manuel San José Sánchez. Con un ligero retraso, aunque toda novia que se precie ha de retrasarse los minutos justos para enfatizar los sentimientos. Con un Víctor sencillo, enlutado de pies a cabeza y un escenario igualmente sencillo, adornado solamente por un moderno piano de cola, unas guitarras y un taburete. Su entrada, triunfal. Acompañado al piano por su hijo David San José y a la guitarra, Ovidio López. Con un escenario totalmente en penumbra, con la única excepción del artista y su taburete, así dio comienzo el espectáculo.

El público con los pelos de punta y entregado desde el primer instante a un cantante que quiso salirse de los conciertos al uso con sus juegos de luces de colores, bailarinas, humos.... y hacerlo de manera íntima, personal, como si estuviera rodeado de sus amigos de toda la vida.

Todas sus canciones venían precedidas de una narración con un tono sincero y directo al corazón, sobre cómo había nacido la canción, a quién estaba dedicada y las anécdotas que surgieron de ella y por ella. Yo, al menos, descubrí cosas que, en algunos casos, me cambiaron totalmente el sentido de ellas.

Dividiría el espectáculo en tres partes; una inicial, estudiada para enganchar al público con sus canciones de siempre "La Romería", "El cobarde", "El Abuelo Víctor"... Una parte intermedia donde prevaleció en sus narraciones el discurso político y una final donde mezcló canciones antiguas y modernas, con otras que para mí, al menos, fueron novedosas.

Tras dos horas y media que pasaron volando, se retira el artista, aunque tras varios minutos de ovación por parte del público, reaparece para deleitarnos con su eterno Asturias, dejándonos a todos entregados y satisfechos.

En definitiva una velada perfecta de la que podría sacar punta aunque, solo por esta vez y sin que sirva de precedente, prefiero quedarme con el buen sabor de boca por haber oido en directo por tercera vez en mi vida, esas canciones que tanto me gustan y que unas horas más tarde fueron cantadas por nosotros en... bueno, eso será otra historia.

Hasta siempre Víctor y gracias por hacernos disfrutar.
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Un cuento real

Érase una vez, hace ya un cuarto de siglo, dos personas que, aunque vivían en la misma ciudad, nunca se habían visto, por esos avatares del destino, se conocieron. El lugar, un monumental centro de estudios, la fecha, un día cualquiera del mes de Octubre de no me acuerdo qué año. Aquellas dos personas, aparentemente tan distintas, resultaron tener multitud de afinidades y poco a poco aquella afinidad fue convirtiéndose en amistad, perdón, quise decir AMISTAD. Una de esas personas soy yo, la otra, que estoy seguro lo leerá, no necesito decirlo, porque él ya lo sabe.
Los años fueron pasando, él se casa con su encantadora mujer y fruto de ello nace su primera hija, a la que quiero como si fuera mía (aún hoy me acuerdo cuando salía de trabajar y me marchaba a su casa a bañarla, darla la cena y jugar con ella antes de que se fuera a dormir). Después vino el segundo, un chico, al que también quiero con locura (pero he de reconocer que mi pequeña era, es y será siempre mi preferida).
Poco tiempo después, y de nuevo por esas cosas que tiene el destino, se arma de valor y se marcha a trabajar fuera, encontrando lo que buscaba, trabajo, estabilidad, paz, tranquilidad, aunque ello supusiera dejar atrás a familiares y amigos.
El éxito llama de nuevo a su puerta, pidiéndole a cambio de dinero y posición, un nuevo desplazamiento. A 7.719 Kms. de distancia de aquí, nace su tercer hijo (del cual no he podido disfrutar por la distancia). Ese chico, en unos años, romperá el corazón de muchas señoritas.
Actualmente vive feliz, rodeado de su mujer e hijos, en un lugar incomparable. Qué más se puede pedir.
Cada uno de los días de esos 25 años que he resumido en unas lineas, ha estado presente en mi vida; él primero y después junto con su familia, formando desde hace tiempo parte inseparable de la mía.
Hay un famoso bolero que dice algo así "Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón...". No hay distancia que pueda romper una buena AMISTAD.

Espero el momento de vernos de nuevo.
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Días de carnaval, días de olvidar


Españoles!!! Pezteban, ha muerto.
Ayer a las 12 de la mañana, en el Paseo de Begoña de Gijón, se produjo el fatal desenlace. El entierro de la Sardina llamada "Pezteban", en honor al conocido personaje? de los programas del cotorreo, fue llevada en volandas, acompañada de sus plañideras y con un séquito de charangas con sus trajes de dragones, esportinguistas de pro, vacas lecheras, personajes de película, hasta su última morada ubicada en el Puerto Deportivo gijonés, no sin antes proceder a la lectura de sus últimas voluntades. Con ello se dan por finalizados los carnavales de Gijón y tendremos que esperar un año más para que nuestra querida sardina regrese de su morada con un nuevo look y, por supuesto nuevo nombre que seguramente tendrá mucho que ver con el personaje de moda en ese momento.

Pero, cómo somos los asturianos!!!. Yo a veces me pregunto qué pasaría si esta fiesta en lugar de caer en estas fechas de frío, agua y más frío, se hicieran en el periodo estival, con nuestros envidiados 20 grados de temperatura de media. Esto sería como el Carnaval de Río!!!, ni Tenerife, ni Cádiz, ni naaa...

Aún así, cuando el estado de ánimo no acompaña por la situación actual, el impresionante frío que hace que te lo pienses 10 veces antes de salir a la calle (este año nos perdonó la lluvia), vemos como miles y miles de gijoneses se abarrotan con sus disfraces para ver la cabalgata y sus charangas. Los bares se llenan de monjas con la fe un tanto perdida, hombres que son mujeres, mujeres que son hombres, osos, lobos, caperucitas, detectives, soldados, políticos corruptos, bueno políticos a secas, espadachines... y todos olvidamos por un momento la realidad y nos dejamos llevar por el espíritu de la fiesta, el desmadre, la broma sincera. Porque si algo lleva el asturiano en la sangre son glóbulos de diversión bombeados por un corazón de fiesta.

Como ejemplo os diré que el pasado sábado comenzaron también los carnavales de Avilés, con el internacionalmente conocido Descenso de Galiana, donde una infinidad de cañones inundan de espuma la Calle Galiana ubicada en el casco antiguo de la ciudad, en un marco incomparable por su belleza. Por esa calle comienzan a descender artilugios construidos para la ocasión por ciudadanos de a pie, carrozas impresionantes construidas por los más pudientes o simples "chismes" con ruedas construidas para la diversión. Los chavales se arremolinaban frente a los cañones de espuma para ser literalmente enterrados en una nube de espuma y, pese a los 4 grados de temperatura, los bomberos con sus mangueras eliminaban la espuma de aquellos que ya no querían continuar blancos con ¡¡¡agua fría!!!. Eso es espíritu carnavalesco y no lo de Tenerife con 25 grados. Yo me permito robarle una frase a Miki López de su blog "ya no existe la desembocadura del Galiana en el mar del antroxu(*) 2010. Como la Calsberg, seguramente el mejor antroxu del mundo." y la suscribo.

El próximo año volveremos de nuevo a disfrazarnos y divertirnos. Para aquellos que aún siguen de carnaval, que lo disfruten y los que ya lo han pasado, que sean bienvenidos de nuevo a la cruda realidad.


(*) Antoxu = Para aquellos que no sean asturianos Antroxu = Carnaval
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Al mal tiempo buena cara


Estamos en un momento difícil, donde ir a trabajar es un privilegio que, por desgracia, día a día tiene el placer de disfrutar menos gente.
El Gobierno (vease también la oposición), nos mienten día a día. Unos que si la crisis se acaba, que no llegaremos nunca a los 4 millones de parados (dónde están ya!!!), que seguimos a la cabeza de Europa (aunque la realidad sea muy distinta), que si patatín, que si patatán. Los otros por contra dicen tener la llave del cofre de las soluciones, pero o no quieren darla o (posiblemente lo más cierto) no tengan dicha llave.
Mientras tanto, la situación que se ve desde los ojos del ciudadano de a pie, es que las empresas cierran (quizás por el ahogamiento que suponen estos momentos de crisis, quizás por no haber sabido preparase para los tiempos duros o quizás en algún caso, para aprovechar el momento e irse a otros paraisos laborales). En definitiva, la gente se queda en el paro. El resto de ciudadanos privilegiados que aún conservan su trabajo, evitan el gasto innecesario, desconfían de su situación por no saber si ésta será efímera, lo cual redunda en un ahogamiento mayor del resto de sectores (hostelería, turismo, comercio...)... Y vuelta el toro a la plaza.

Pero no debemos preocuparnos, porque llega de nuevo la solución a todos nuestros males.... tachín tachín.... EL PLAN E!!!. Otra vez dos meses a levantar aceras, cambiar jardines, poner bancos... en nuestras ciudades. Como diría mi madre Pan p'a hoy y hambre para mañana. O como diría un amigo mío, es como el que tiene tos y se rasca los huev..

Pero bueno, sé que no cuento nada nuevo que no veamos todos día a día. Eso sí, mi consejo es que en estos momentos difíciles es dónde debemos mostrar de qué palo estamos hechos. Coger el toro por los cuernos y tirar para adelante. Espero que más pronto que tarde, veremos la luz que nos indique el final del tunel.

Mientras ese momento llega, sonríe y piensa que... cualquier tiempo pasado fue mejor, que el presente es un regalo y el futuro un sueño.
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No juzgues antes de tiempo a las personas

Hace mucho tiempo, cuando aún funcionábamos con las pesetas, entró un chico joven a una pastelería con intención de comprarse un helado. Educadamente le pregunta a la dependienta "por favor, señorita, cuánto cuesta un helado de dos bolas?", la dependienta le responde que 50 pesetas. El chico saca las monesas de su bolsillo, las cuenta y le pregunta de nuevo "y con una sola bola, cuánto cuesta?". La dependienta un poquito irritada viendo que la cola de gente se hace cada vez más grande, le responde muy fríamente "40 pesetas!!". El chico vuelve a mirar las monedas y, finalmente, se compra el helado de una bola, paga las 40 pesetas y se sienta en una mesa a saborearlo. Cuando lo hubo terminado se levantó y se fué.
La dependienta, viendo la mesa ya vacía, salió del mostrador y cuando se dispone a limpiar la mesa, sus ojos se abren de par en par y la sorpresa se leía en su rostro. En la mesa había 10 pesetas!!!

La Moraleja: Cada uno que se aplique el cuento. Todos deberíamos recibir la lección de la dependienta y aprender del chico del helado.
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