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La Memoria Histórica

Carlos V. M.
Madrid, 4 de Febrero de 1.956

          Milagros Sanchéz Pérez
          C/xxxxxx,xxx,,xxx
          Madrid


          Queridísima Milagros:
          Ya sé que Vd. no me conoce. Aún así, me he tomado la libertad de escribirle estas lineas, aunque ello sirva para reabrirle antiguas heridas, con seguridad aún no cerradas. El motivo es el siguiente: Durante unos meses que transcurrieron en el frío invierno del año 36, yo fui compañero de celda en la cárcel modelo de Madrid, de su marido Juan, de su hijo Pedro y de su cuñado Antonio. Ellos encontraban en mí apoyo espiritual (soy monje agustino) y yo en ellos apoyo moral. Recuerdo con especial cariño a su hijo Pedro, siempre jovial, alegre, haciéndonos reir constantemente, nos hacía olvidar por momentos el infierno en el que nos habíamos visto inmersos. Me contaba su marido Juan como había sido su detención aquel 18 de Septiembre de 1.936, cuando se encontraba trabajando en su tienda de ultramarinos de la C/xxxxxx, junto a su hermano y su hijo, y de cómo entraron 4 jóvenes miembros de las milicias republicanas, (al parecer porque algún envidioso vecino había ido con el cuento a la autoridad, de que vuestra familia era de ideología falangista) y a punta de pistola les ataron las manos y les obligaron a entrar en un camión que estaba repleto de presos, muchos de ellos conocidos del barrio. ¡Suerte que Vd. no se encontrara con ellos en aquel momento!. Pedro, al parecer se enfrentó a ellos, gritándoles que les dejaran tranquilos, que no se habían metido nunca con nadie y que no eran de partido alguno, más que del partido del vive y deja vivir, pero no sirvió de nada.
          A mí me apresaron días más tarde por el mero hecho de ser monje, como a mí, al resto de hermanos del monasterior. Yo fui a caer a la misma celda donde estaban sus familiares, mientras que el resto de monjes de mi monasterio, fueron repartidos por distintas celdas y cárceles.
          Hace unos meses, pude recuperar diversos efectos personales que me habían sido sustraidos el día que me pusieron en libertad, entre los que se encontraba una carta que su marido Juan le escribió a Vd. dias antes del fatal suceso y que le transcribo a continuación:

"Mi amada esposa Milagros:
No sé si alguna vez llegarán a tus manos estas letras. Si es así quiero que sepas que te amo con todo mi corazón y deseo con ansia que todo esto termine para poder abrazarte, besarte y continuar contigo  y con nuestro hijo Pedro el camino de la vida hasta que Dios nos lo permita. Hemos tenido mucha suerte, porque, aunque esto es un infierno y estamos hacinados en una celda minúscula, nos han permitido estar juntos en la misma a los tres, así que nos pasamos el día hablando de tí, de cómo estarás de lo que habrá pasado con el negocio que tantos sudores nos costó levantar. ¡¡¡Maldita guerra!!!.
Cuando nos dejan salir al patio, podemos hablar con otros presos y hemos conocido a un montón de gente afamada; a Ricardo de la Cierva, que es el hermano del que inventó eso que llaman autogiro, un chisme que dicen que va por el aire; al escritor Pedro Muñoz Seca, incluso a Monchín de Triana aquel que fuera jugador del Real Madrid. Y a todos ellos los tienen aquí por lo mismo que a nosotros. O eso dicen ellos. 
Hoy nos han informado que han comenzado a llegar cartas de libertad para muchos de los presos, que como nosotros, han sido encerrados injustamente. Hoy, 7 de Noviembre, a primera hora de la mañana, a 200 ó 300 presos los han sacado de sus celdas, atados por las manos y dicen que los han metido, en camiones a unos y en autobuses de dos plantas a otros. Cuentan que les había llegado la carta de libertad y que se dirigen  a su destino para liberarlos. Lo que no entiendo es por qué estaban maniatados. Aún así, qué envidia. Desearía haber estado en su lugar, para que nos pudiéramos reunir de nuevo todos juntos. Pero como dice el Hermano Carlos, que es un buen amigo, preso como nosotros, la esperanza y la fe no la debemos perder nunca y seguro que nos llega a nosotros también la carta de libertad.
No sabes cuanto se puede añorar a una persona en esta situación. Las horas que duermo las paso soñando contigo. Sueño que paseamos por las calles, charlamos, nos besamos... (Perdóneme Milagros, pero no puedo entender lo que pone a continuación, la letra está borrosa por lo que parecen ser gotas, me imagino de las lágrimas de su marido) ...Lo peor de dormir es el momento de despertar, cuando esta cruda realidad vuelve a hacerse nítida y evidente ante mis ojos.
Esperando verte lo más pronto posible, me despido con el corazón lleno de amor hacia tí.

Eternamente tuyo,


Tu esposo Juan
Cárcel Modelo de Madrid, 7 de Noviembre de 1.936"

          El mismo día, tras haber escrito su marido estas letras, a primera hora de la tarde, les fueron entregadas a los tres, sendas cartas de libertad, donde en resumidas cuentas decían que serían trasladados a Valencia, y una vez allí, serían puestos en libertad. Mi carta llegó días después y gracias a Dios no corrí la misma suerte que sus queridos familiares.
          A través de los mismos contactos que me consiguieron liberar, he podido enterarme de cómo fueron las últimas horas de Juan, Pedro, Antonio y el resto de prisioneros que salieron esos días. Como me imagino que la información que le hayan podido dar estará totalmente distorsionada y el hecho de contarlo me cause el mismo dolor que a Vd., me veo en la obligación moral de informarla igualmente.
          Era el día 7 de Noviembre de 1.936. Por la tarde les entregaron las cartas de libertad  a los tres y les informaron que un convoy vendría a recogerles y los liberarían una vez llegados a Valencia. La emoción se palpaba en el aire. Su marido no paraba de hablar de todo lo que harían en cuanto se juntaran de nuevo. Todas las cosas que habían soñado hacer y no habían podido realizar por culpa de atender el negocio y a su hijo Pedro. Pedro estaba como loco no paraba de reir, aún más de lo que nos tenía acostumbrados y Antonio no callaba con las ganas de volver a ver a su novia (creo que se llamaba Sofía). Su marido me hizo entrega de la carta que le transcribí anteriormente y me hizo prometer que se la haría llegar en cuanto pudiera, por si ocurría cualquier desgracia. A media tarde un grupo de milicianos republicanos armados hasta los dientes llegaron a la celda, los maniataron y les introdujeron en un camión con destino Valencia. Era un convoy formado por varios camiones y autobuses, llenos a revosar de presos con esperanzas de libertad. El convoy salió camino de Valencia pocas horas después, pero al llegar a Torrejón de Ardoz, se desvió hacia Paracuellos del Jarama. Allí fueron sacados los presos de los vehículos y obligados a sentarse en el suelo, mientras los milicianos los apuntaban con sus armas para que ninguno intentase escapar. Otro grupo de estos milicianos republicanos, se adentraron en el pueblo y volvieron con un montón de vecinos atemorizados que, también a punta de pistola, fueron obligados a escavar unas fosas enormes en el suelo, mientras su marido, hijo y cuñado, así como el resto de presos comenzaban a darse cuenta de lo que en realidad estaba ocurriendo. Los nervios y la tensión se podían cortar con un cuchillo. Llegada la media noche de aquel fatídico 7 de Noviembre, los presos fueron dirigidos en grupos de 30 personas hacia la pared de una de los establos cercanos, donde un puñado de milicianos esperaban fusil en mano. El silencio profundo de la noche se rompió con el sonido atronador de los disparos. La penunmbra, durante unos segundos,  se volvía claridad, por los destellos fulgurantes de la pólvora al disparar  los fusiles. Los cuerpos caían al suelo abatidos, inertes, y eran arrastrados por las mismas pobres gentes que habían sido forzadas a fabricar la última morada de los fusilados y arrojados allí, como si se tratase de animales sacrificados por la peste. Juan, Pedro y Antonio fueron de los últimos en caer. Me imagino cuán grande sería el dolor de Juan sabiendo que iba a ser asesinado segundos después junto a su hijo y hermano. Hay cosas que nunca deberían haber ocurrido.
          Estoy seguro de que sabrá perdonarme la osadía de haberle traido de nuevo todo este dolor a su memoria, pero me encontraba en la obligación moral de hacerlo y, ahora que me ganan los años y las fuerzas desaparecen día a día de mi cuerpo, no quería abandonar este valle de lágrimas sin purgar la pena que llevo conmigo desde entonces.

          Que Dios la acompañe,

Carlos V. M."

* * * * * * * * * * 
Entre los días 7 de Noviembre y 4 de Diciembre de 1.936, 33 convoyes formados por camiones y autobuses como el descrito anteriormente, procedentes de las distintas cárceles de la Comunidad de Madrid. salieron con un destino común. Todos ellos con la promesa escrita de la libertad. Entre ellos, casi todos de la clase media católica de Madrid y provincia, había abogados, periodistas, escritores, médicos, religiosos... y un gran número de militares falangistas. De entre los presos civiles, la inmensa mayoría habían sido prendidos acusándoles de apoyo a la revelión falangista, aunque la realidad hubiera sido muy distinta. De estos 33 convoyes, 23 acabaron con la totalidad de sus integrantes fusilados y enterrados en fosas comunes. Sólo 10 de ellos pudieron llegar salvos a su destino. Se calcula que entre 2.500 y 10.000 presos (según los distintos historiadores), fueron asesinados a sangre fría, sin juicio ni culpa (en la mayoría de los casos), por milicianos del bando republicano. Se cree igualmente que fue el entonces Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, Santiago Carrillo, con sus recién cumplidos 21 años, el cerebro y brazo ejecutor de estos sucesos.
"En 1998, al amparo del proceso emprendido en España contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet, una autodenominada Asociación de Familiares y Amigos de Víctimas del Genocidio de Paracuellos del Jarama, presentó una querella ante la Audiencia Nacional contra Santiago Carrillo, el PCE, el PSOE, la Comunidad de Madrid y el Estado español por delitos de genocidio, torturas y terrorismo. El juez Baltasar Garzón rechazó de plano la querella alegando la «mala fe procesal» y «abuso del Derecho» por parte de los denunciantes, por lo que no admitió recurso alguno contra la resolución. Garzón razonó así la resolución:
Con el respeto que me merece la memoria de las víctimas, no puede dejarse de llamar la atención frente a quienes abusan del derecho a la jurisdicción para ridiculizarla y utilizarla con finalidades ajenas a las marcadas en el artículo 117 de la Constitución Española y los artículos 1 y 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, como acontece en este caso [...], los preceptos jurídicos alegados son inaplicables en el tiempo y en el espacio, en el fondo y en la forma a los [hechos] que se relatan en el escrito y su cita quebranta absolutamente las normas más elementales de retroactividad y tipicidad."
(Reig Tapia 2006: 233) (Fuente Wikipedia)

Con independencia de la ideología política de cada una de las personas, y partiendo de la base de que cualquier guerra, o en definitiva cualquier atentado contra la vida de otra persona es desde cualquier punto de vista deplorable y rechazable, creo que es justo, en estos momentos en que se nos llena la boca con la tan reiterada Memoria Histórica, que se recuerde también la memoria de los otros, que también la tienen. Ni el bueno es tan bueno como lo pintan, ni seguro que el malo es tan malo.

La Justicia nunca debería ser parcial, por eso se llama justicia, y lo que es de justicia para unos, también debe serlo para otros.

1 comentarios:

Anónimo

Hola, que de tiempo hacía que no me "paseaba" por tu blog!!

Pues nada, que decirte.. pues que me quedo con la última parte de tu comentario.

P.D. Publica tus comentarios en un librito son la mayoría muy buenos.

Besos

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