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¿Existe el hombre fiel?

En aquel momento era plenamente feliz. Tenía una novia perfecta: guapísima, elegante, educada, cariñosa, amante de los niños y de los animales, se llevaba de maravilla con su futura suegra. ¿Qué más podía pedir yo?.
La ilusión de ambos era casarnos, y habíamos decidido que, tras tres años de noviazgo, había llegado el momento de dar el gran paso. ¡¡Nos casaríamos!!. Toda la familia se alegró de nuestra decisión, porque nos veían hechos el uno para el otro.
Comenzamos con todos los preparativos; la elección de la Iglesia, del restaurante, del menú, los trajes, decoración, etc. Nuestros padres, incluso, habían colaborado en todo aquello que hubo estado a su alcance. Estaba saliendo todo a pedir de boca, y ya quedaban pocos días para la llegada de tan ansiado día. Pero... sólo había una cosa que conseguía turbar mis felices pensamientos. La presencia de su amiga del alma Mati. Tenía un cuerpo impresionante y una belleza sin igual, y su vestimenta era casi siempre de lo más insinuante. A veces, incluso, me daba la sensación de que me miraba con ojos lujuriosos, como dándome a entender que le gustaría probar de mí lo que estaba prohibido para ella. Pero rápidamente me quitaba de encima esas ideas.
Unos días antes de la boda, recibí una llamada telefónica de Mati, en la que me pedía que acudiese a su casa para ayudarla a elegir entre los varios detalles que tenía allí y que regalaría la madrina el día de la ceremonia, porque evidentemente, la madrina de la boda sería Mati.
Arranqué mi coche y me dirigí a su casa, con tan buena suerte que encontré aparcamiento justo enfrente de su portal. Subí las escaleras hasta llegar a la tercera planta, donde vivía ella Toqué una vez el timbre. Me abrió la puerta y entré rápido, dirigiéndome al salón donde tomé asiento en su sofá. Ese día llevaba unos vaqueros ajustados y una blusa blanca que, cuando se ponía al trasluz, dejaba que la imaginación volara libre. No sé por qué me encontraba tan nervioso. Había estado a solas con ella incontables veces. Para mí era como una más de la familia, pero ese día... ese día, por alguna razón, no era como los demás.
Mi sexto sentido me decía que estaba en uno de esos momentos en los que Mati quería algo más de mí que mi ayuda en la elección del regalo. Y no me falló. Enseguida Mati me abrazó y con una voz sensual me susurró al oído que siempre me había deseado, que me había respetado porque era el novio de su mejor amiga y sabía todo lo que ella me quería. Pero que ya que nos íbamos a casar en unos días y sería impensable hacerlo después, me propuso hacerle el amor. Se levantó y se fue un momento al baño, volviendo a los pocos minutos sin los vaqueros y sin la blusa blanca, tapando su mini-tanga y su sostén con una bata de gasa blanca que dejaba ver a la perfección el esculpido cuerpo de Mati. Se sentó de nuevo a mi lado y comenzó a besarme en el cuello. De repente me dijo: "Si me deseas como yo te deseo, te espero en mi habitación. Sólo tienes que levantarte y entrar en ella. Si lo haces me tendrás. Si no lo haces, lo entenderé".
Ahí me quedé yo, mirando como ese cuerpo perfecto se dirigía hacia la habitación. No salía de mi asombro. ¿Qué podía hacer?. Matí me atraía muchísimo. Me puse de pie y por unos momentos me quedé ahí, parado, mirando hacia la puerta de la habitación donde me esperaba el paraíso. Me dí la vuelta y caminé en dirección a la puerta de la calle. La abrí para salir y dirigirme a mi coche, dí los primeros pasos cuando veo a mi novia delante de mí, con lágrimas en los ojos. Me abrazó, me besó y me dijo "Estoy orgullosísima de tí. has actuado como un verdadero caballero y has tomado la decisión correcta. Ahora sé que eres el hombre de mi vida y que eres la persona con la que deseo compartir el resto de mi vida".

MORALEJA: Haz como yo y deja siempre los condones en el coche.

2 comentarios:

Anónimo

jajajajajajjajajaajajajjaajaj que suerte

Anónimo

jajajaja que mamon :D

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