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Vivir para cantarlo y compartirlo


El pasado Viernes 19 de Febrero, en buena compañía y en un lugar del que tenía mejores recuerdos, tuvimos el placer de ver y oir a D. Víctor Manuel San José Sánchez. Con un ligero retraso, aunque toda novia que se precie ha de retrasarse los minutos justos para enfatizar los sentimientos. Con un Víctor sencillo, enlutado de pies a cabeza y un escenario igualmente sencillo, adornado solamente por un moderno piano de cola, unas guitarras y un taburete. Su entrada, triunfal. Acompañado al piano por su hijo David San José y a la guitarra, Ovidio López. Con un escenario totalmente en penumbra, con la única excepción del artista y su taburete, así dio comienzo el espectáculo.

El público con los pelos de punta y entregado desde el primer instante a un cantante que quiso salirse de los conciertos al uso con sus juegos de luces de colores, bailarinas, humos.... y hacerlo de manera íntima, personal, como si estuviera rodeado de sus amigos de toda la vida.

Todas sus canciones venían precedidas de una narración con un tono sincero y directo al corazón, sobre cómo había nacido la canción, a quién estaba dedicada y las anécdotas que surgieron de ella y por ella. Yo, al menos, descubrí cosas que, en algunos casos, me cambiaron totalmente el sentido de ellas.

Dividiría el espectáculo en tres partes; una inicial, estudiada para enganchar al público con sus canciones de siempre "La Romería", "El cobarde", "El Abuelo Víctor"... Una parte intermedia donde prevaleció en sus narraciones el discurso político y una final donde mezcló canciones antiguas y modernas, con otras que para mí, al menos, fueron novedosas.

Tras dos horas y media que pasaron volando, se retira el artista, aunque tras varios minutos de ovación por parte del público, reaparece para deleitarnos con su eterno Asturias, dejándonos a todos entregados y satisfechos.

En definitiva una velada perfecta de la que podría sacar punta aunque, solo por esta vez y sin que sirva de precedente, prefiero quedarme con el buen sabor de boca por haber oido en directo por tercera vez en mi vida, esas canciones que tanto me gustan y que unas horas más tarde fueron cantadas por nosotros en... bueno, eso será otra historia.

Hasta siempre Víctor y gracias por hacernos disfrutar.

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