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Es de todos conocido que en las zonas rurales era obligada la existencia de un personaje "el tonto del pueblo", que normalmente era una persona inculta, con alguna tara o enfermedad y que en muchas ocasiones era la diana de las burlas, risas, bromas y travesuras de niños y mayores.
En esta ocasión os quiero hablar de uno de ellos, pero con nombre y apellidos. Se llamaba Pedro Roque y le llamaban El Chepo, por una protuberancia que le había surgido en la parte alta de la espalda desde muy pequeño, como consecuencia de unos problemas en el parto. Vivió hace muchos años en un pueblo llamado Cachorrilla situado en la provincia de Cáceres.
Pues bien, cuentan aquellos que me lo contaron a mí, que los habitantes de este pueblo tenían por costumbre, cuando se juntaban en la cantina del pueblo, hacer llamar a Pedro para burlarse de él. Para ello, cuando Pedro aparecía, le ofrecían dos monedas: una de tamaño pequeño, pero de gran valor y otra más grande que la anterior pero con un valor muy pequeño. El tonto, perdón, quise decir Pedro, siempre escogía la más grande, motivo que hacía que sus convecinos se rieran a carcajadas. Cuando esto ocurría, Pedro guardaba su moneda en el bolsillo, se daba la vuelta y se marchaba cabizbajo. Esto se repetía todos los días y todos los días acababan riéndose de igual forma.
Un buen día llegó al pueblo un forastero, entró en la cantina y observó como los vecinos del pueblo se reían de Pedro una vez más, al escoger la moneda de menos valor. Cuando éste salió a la plaza, el forastero le siguió y le cortó el paso diciéndole "no te das cuenta que la moneda pequeña es de mayor valor que la que tu escojes?, no ves que la gente se ríe de ti por escoger la grande y de menos valor?". A lo que Pedro le respondió rotundamente "Lo sé, o acaso te crees que soy tan tonto?, y no se da usted cuenta de que el día que yo escoja la moneda pequeña se me acabará el juego y dejarán de ofrecerme las monedas?". El forastero se dio la vuelta y se marchó boquiabierto.
Moraleja 1: Quien parece tonto, no siempre lo es.
Moraleja 2: Quienes eran los tontos de esta historia?
Conclusión: Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Lo que realmente importa no es lo que piensan ellos, sino lo que realmente somos.
1 comentarios:
Cien por cien de acuerdo con tu conclusión.
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